El pasado 18 de diciembre se conmemoró el Día Internacional del Migrante, fecha que se estableció desde el año 2000 con el propósito de visibilizar y concientizar sobre la situación de quienes migran, y la necesidad de garantizar sus derechos humanos.
Desafortunadamente, aún prevalece una deuda mundial con quienes se han visto forzados a salir de sus países porque sus vidas y las de sus familias están en riesgo. Las violaciones a sus derechos son una constante; desde que dejan sus hogares y durante todo el trayecto, las personas migrantes son propensas a distintos riesgos.
Es aún más complejo cuando se trata de niñas, niños o adolescentes, ya que por su edad suelen ser más vulnerables ante la violencia, la explotación, el abuso, la discriminación, así como a enfermarse, pasar hambre y detener su educación.
La magnitud de este fenómeno es alarmante, tan solo en México entre enero y octubre de este se registraron a 14,356[1] eventos de niñas, niños y adolescentes que fueron presentados ante autoridades migratorias en el país por ingreso irregular, un porcentaje importante viajaba solo.
Debido a la magnitud de la migración en México, con financiamiento del Departamento de Protección Civil y Ayuda Humanitaria de la Comisión Europea (ECHO, por sus siglas en inglés), Save the Children ha desplegado acciones de respuesta humanitaria en las fronteras norte y sur de México para atender las necesidades básicas de la población migrante, mitigar los impactos de la pandemia y proteger sus derechos.
Una de las estrategias de acción son los Espacios Amigables, lugares seguros en donde niñas y niños pueden aprender, recuperarse del trauma del viaje, jugar, y, sobre todo, volver a ser niños. A este espacio asiste Juli*, quien a sus apenas 6 años salió de Honduras junto a su mamá embarazada, su tía y su hermana menor. La familia inició su viaje para reunirse con su abuela que vive en Estados Unidos y a quien solo conoce por video llamada.
Para llegar a México, Juli y su familia se transportaron en autobús y después tomaron La Bestia, un tren de carga que atraviesa todo el país desde la frontera sur hasta la frontera norte. Lograron llegar hasta Tijuana a salvo y hoy viven en un albergue esperando obtener un permiso para cruzar la frontera.
Te invitamos a conocer más acerca de la vida de Juli a través de nuestra fotogalería.
Juli y su familia se encuentran en un albergue al norte de México donde hay alrededor de 50 personas migrantes.
Ella duerme en una tienda de campaña con su mamá y sus hermanos, Abril*, de 3 años, y el recién nacido, Jaime*.
En el albergue, hay un área común en la que se instalan y desinstalan sillas y mesas para comer, donde se sirven 3 comidas diarias, 6 días a la semana, para todas las personas en el albergue.
Por lo regular se comen caldos y arroz con pollo, carne o verduras, y lo acompañan con agua de fruta natural.
La mamá de Juli colabora con la elaboración de los alimentos en la cocina.
Juli y su familia reciben atención socioemocional en el Espacio Amigable de Save the Children, a través del programa de Educación y Sanación a través de las Artes (HEART). Este programa apoya a niñas y niños a procesar y comunicar sus sentimientos relacionados con la experiencia migratoria.
En esta actividad, Juli trabajó junto a Alan*, originario de Chiapas, (México), quien también busca llegar a Estados Unidos junto a su familia.
En el Espacio Amigable, las niñas y niños del albergue también reciben educación en emergencias, implementado por Save the Children. Estas actividades tienen como objetivo reducir las brechas educativas que se generan en el camino migratorio.
Las actividades favoritas de Juli en el Espacio Amigable son pintar, aprender letras y números, y hacer dibujos.
Fuentes:
[1]Unidad de Política Migratoria. Recuperado de http://portales.segob.gob.mx/work/models/PoliticaMigratoria/CEM/Estadisticas/Boletines_Estadisticos/2020/Boletin_2020.pdf
*Los nombres han sido cambiados para proteger su identidad.